2 de noviembre de 2011

"El poder del perdón" o lo que es lo mismo: "Oh, dios, mío"

"El poder del perdón" es sinónimo de destrozar el potencial de un drama. Una cosa es que la religión sea parte de una película americana, pero otra que sea la razón por la que se hace una película.

El planteamiento es sencillo: un matrimonio con hijo adolescente está destrozado desde la muerte por atropello de su hijo mayor hace 17 años. El marido, es policía, y tiene de compañero a un afroamericano que además es pastor en una iglesia. 

El drama, se plantea bien. La intrahistoria de la familia se narra bien. La figura del pastor, consejero a pesar de los desprecios, se plantea bien. El ensañamiento con la familia en la historia (un nuevo drama), se plantea también con potencial, pero de repente.... viva Dios, nadie es malo, todo el mundo es fantástico de la muerte, música de película quinceañera para recordar lo que algunos personajes han vivido juntos a modo de flasback, y al final, el drama no sólo lo resuelven con algo increíble en la realidad sino además facilón a rabiar, sino que ya cuando "la matan" es cuando (SPOILER) quien provocó el drama 17 años antes, vuelve por primera vez para pedir perdón.

Me gustaría que quedase claro que mis críticas no están fundamentadas en el laicismo que profeso. Sino en el infantilismo en los momentos finales, en el final sencillo pero a la vez ilógico (increíble) a rabiar, y en que el  mensaje final de la película no es que esté influenciado por la religión, sino que la película (con ese final) es un salmo religioso entero, por lo tanto, usan la excusa del cine, para meternos un sermón religioso.

Insisto. No la veáis ni muertos. Sentiréis que os han robado dos horas, por la historia, y por la religión.

GÉNERO: Drama
NOTA: 3

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"No hay nada imposible... si puede ser imaginado"